Resiliencia
Cuántas veces nos hemos levantado y seguido adelante luego
de una experiencia considerada como catastrófica y que nunca pensamos que nos
iba a ocurrir? Sin embargo pudimos
lograr quizás con mucho esfuerzo sobreponernos a las situaciones difíciles como
la pérdida de un ser querido, de trabajo y por lo tanto de situaciones
económicas cómodas o por un diagnóstico de una enfermedad etc. y es que no conocemos las fortalezas que llevamos
dentro, hasta que nos sucede. De acuerdo a los especialistas el afecto recibido desde que el ser humano se está formando en
el vientre materno tiene una gran influencia. El cariño, amor, respeto,
consideración al niño en los primeros años de vida es esencial para generar
estas fortalezas que en el futuro van a hacer posible que la persona pueda salir de ese estado provocado por la adversidad y resuelva
situaciones de manera sorprendente.
La depresión, ansiedad, la ira, el dolor agobian y bloquean a cualquiera, cuando se
vive un duelo que muchas veces es largo,
es recomendable compartir ese dolor con
quienes consideramos que nos pueden escuchar, sencillamente eso,
porque a veces los consejos son considerados como inútiles. Amigos y especialistas también forman parte de las
redes de apoyo que escuchan y ayudan, el dolor pesa menos.
Esa fuerza para salir de la adversidad es lo que se llama
resiliencia.
Cyrulnik, B (2001) neuropsiquiatra y colaboradores han estudiado los casos de niños
sobrevivientes de campos de concentración, guerras y orfanatos, que han podido
superar a la adversidad y además se han fortalecido a pesar de los traumas y
pérdidas de sus seres queridos. Estos
especialistas han concluido que la resiliencia
se va construyendo.
En Perspectivas Sistémicas, Aldo Melillo en su artículo sobre la Resiliencia,cita a Boris Cyrulnik:
La clave reside en los afectos, en la
solidaridad, y éstos en el contacto humano.
Por muy grave que sea lo que haya sufrido
un niño, la psique se revela tan flexible, que con los ingredientes del
contacto humano, el entendimiento, la palabra, se puede volver "a flote".
Boris Cyrulnik explica que ha elegido éstos casos extremos porque son más
fáciles para visualizar el problema, pero la resiliencia (y el trauma) no tiene
fronteras de nacionalidad o condición y preguntado por si hay alguna edad tope,
respondió riendo: "Hasta los 120 años, en Toulon estamos
trabajando con mayores enfermos de Alzheimer, que olvidan las palabras, pero no
los afectos, los gestos, ni la música" .
“ en términos de la resiliencia las posibilidades de
reestructuración no cesan nunca. Por eso acomete la posibilidad de trabajar con
pacientes que padecen el mal de Alzheimer e insiste en que la mente de un niño,
de una persona, es como un submarino que aguanta toneladas y toneladas de
presión sin romperse y siempre (mientras hay vida) puede volver a flote”
Para Cyrulnik, "no hay herida que no sea
recuperable. Al final de la vida, uno de cada dos adultos habrá vivido un
traumatismo, una violencia que lo habrá empujado al borde de la muerte. Pero
aunque haya sido abandonado, martirizado, inválido o víctima del genocidio, el
ser humano es capaz de tejer, desde los primeros días de su vida, su
resiliencia, que lo ayudará a superar los shocks inhumanos. La resiliencia es
el hecho de arrancar placer, a pesar de todo, de volverse incluso
hermoso".